: África, la gran afectada

La gran cantidad de personas que en los últimos 20 años se han visto infectadas por el virus del SIDA en todo el mundo ha convertido a esta enfermedad en uno de los mayores males de la sociedad de finales de siglo. Pero si los países industrializados han sufrido un fuerte azote del virus de inmunodeficiencia adquirida, los estados africanos se han visto perjudicados en una proporción mucho más elevada.
CNN+. Alrededor de un 60 por ciento de las personas infectadas por el virus del SIDA reside en África. De todos estos enfermos, la mayoría están localizados en el África Subsahariana y, en la actualidad, las más afectadas por la enfermedad en el continente negro son las mujeres.
A diario, 3.000 mujeres son contaminadas y 500 mueren de SIDA. Muchas de ellas quedan contaminadas antes de los 20 años.
La vía predominante de transmisión del virus en África es heterosexual. Este hecho propicia un aumento galopante de la expansión del SIDA en un territorio donde las prácticas sexuales de alto riesgo son llevadas a cabo con frecuencia.
Además, las perspectivas de futuro no son demasiado halagüeñas. Entre un 30 y un 50 por ciento de los embarazos que se producen en el continente conllevan la transmisión congénita. Los niños que nacen de esos estados de gestación, tienen una esperanza de vida desoladoramente corta.
Aunque la zona más meridional de África ha sido, desde hace años, la más afectada por el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, los movimientos migratorios internos perfilan un nuevo mapa. Además de la grave situación que vive el África Subsahariana, los países costeros y los sectores con una concentración urbana fuerte se han convertido en un fuerte polo de atracción de la enfermedad.


Por el momento, sólo en algunas regiones centroafricanas se han notado las consecuencias demográficas. Sin embargo, las repercusiones en el ámbito social y económico ya han quedado bien patentes: hoy en día, el SIDA es la primera causa de mortalidad de adultos en Costa de Marfil; en Uganda, el SIDA será responsable de la pérdida del 50% de años de vida productiva.
Las familias deben compensar la falta de ingresos de los miembros fallecidos, procurarse servicios de salud, pagar los funerales, atender a los enfermos y encargarse de los huérfanos en medio de un sinfín de dificultades socioeconómicas.

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