03 julio 2005

RELACIONES SEXUALES DE PERSONAS SERO+

Es común que algunas personas que viven con VIH no sientan mucho apetito sexual. Esto puede deberse a una serie de razones de origen físico y emocional. Para las primera, existen tratamientos que cualquier médico experimentado puede resolver sin muchas dificultades. En cuanto a las segundas muchas veces se requiere resolver el problema con grandes, dosis de empeño personal y con ayuda profesional oportuna. Por lo mismo, las siguientes reflexiones sobre la relación entre sexualidad y cuerpo no son estrictamente biológicas: el sexo trasciende, por fortuna, la biología.Cuando las razones del desinterés sexual no son emocionales, puede ser que algunos de los medicamentos prescritos esté interfiriendo en el deseo... En algunos casos esto se debe a los efectos secundarios de los medicamentos, que a pesar de ser previsibles producen estados físicos y anímicos anómalos, de "rebote", que hacen sentir mal a quien los padece y que por lo general generan desinterés por el sexo. No es algo que debe preocupar demasiado. Es algo que debe hablarse con el médico que se esté consultando o con algún amigo de confianza y que sepa del asunto. Lo esencial es no dar por perdida la vida sexual. Nuestra sexualidad es parte fundamental de nuestra vida. No la enterremos sin pelear antes por ella.Sexo protegido y constanteLa lucha que algunas personas establecen contra el virus es tan encarnizada que no "les queda" tiempo de pensar en su vida sexual. En este caso, hay que darse un respiro y comunicarse con las parejas. Lo esencial es no perder el ánimo conciliatorio hacia el otro miembro de la relación: hay que tratar siempre de establecer con mucha claridad una ruta que los lleve al centro del asunto y sus implicaciones. Cuando no se sienten ganas de tener relaciones sexuales, comunicarse con el otro supone decirle la verdad sobre el estado de ánimo. Es evidente que para lograr lo anterior se necesita una enorme confianza en uno mismo y, sobre todo, en la pareja. Si esta confianza no existe o no se manifiesta muy claramente, por lo menos vale la pena empezar a intentarlo. Pero no hay que tener sexo por obligación: siempre será mejor decir "no tengo ganas", y tratar de descubrir (juntos, de ser posible) la razón, que hacerlo porque no hay escapatoria.Hasta ahora, no hay argumentos que validen la propuesta de la abstinencia. El VIH al principio puede implicar una falsa lógica que puede determinar cierta disminución de la actividad sexual, o incluso la total supresión del sexo. Pero esto, lejos de resultar beneficioso, se vuelve casi siempre una pesadilla. Las enfermedades oportunistas que impone el Sida son algo muy real. Si además se le da entrada a la zozobra que implica cancelar la vida sexual, la situación para cualquiera se vuelve aun más grave. Muchas pseudo-campañas de "prevención" están basadas en la castidad o la abstinencia. Pero ni la castidad ni la abstinencia forman parte de nuestra vida normal, y lejos están de ser una manera razonable de ayudar a vivir en mejores condiciones la enfermedad. Entonces, no hay que cancelar la vida sexual, hay que protegerla.Un cuerpo bien alimentado puede responder mejor a los requerimientos sexuales que se le impongan. No hay duda: existe una relación estrecha y profunda entre el estado corporal y el sexo. Cuando estamos en buen estado físico nos sentimos más aptos para entablar mejores relaciones sexuales. En esto intervienen una buena alimentación y, por otra parte, el ejercicio. El sexo es en sí mismo una actividad que requiere esfuerzo físico. Pero una hora de sexo no es lo mismo que una hora de aeróbicos, pesas o natación. Es obvio: no se substituyen. El sexo nos hace felices. El ejercicio nos mantiene en buen estado la maquinaria. Sobre todo si hemos entendido que el resultado de muchas sesiones de acondicionamiento físico - sea del tipo que sea - debe ser lograr un cuerpo más saludable y un estado de ánimo más reposado. No hay que obligarse a hacer 15 horas de ejercicio al día sólo para lucir mejor. Hay que establecer una pequeña disciplina que nos permita tener un organismo saludable y, por ende, más adecuado para desempeñar las diferentes actividades sexuales que le imponemos, a diferentes horas y en diferentes lugares, cuando así se presenta la ocasión.En principio, toda persona activa sexualmente tenga VIH o no, tiene la obligación de protegerse y de proteger a los demás. Como esta obligación no puede convertirse en ley, queda claro que su acatamiento se sustenta sobre todo en un principio ético. Es una responsabilidad que el individuo asume voluntariamente hacia él mismo y hacia los demás. De su observancia se derivan las principales prácticas que se conocen como sexo protegido:
Siempre hay que usar condones o preservativos cuando se practique una penetración anal o vaginal.
Debe evitarse que la sangre, el semen o los fluidos vaginales penetren en boca y ojos.
Para aumentar la protección en las práctica de sexo oral pene-boca, pueden usarse condones, de los ultradelgados si se prefiere, ya que permiten tener mayor sensibilidad.
En caso de sexo oral vagina-boca, puede usarse plástico para envolver alimentos o barreras dentales.
En el caso de las relaciones ano-boca, hay que excluir las infecciones por parásitos, evitando lamer sin protección el ano de la pareja. Es posible protegerse con plástico para alimentos. En estos casos, una muy buena higiene es indispensable.
Si se introducen los dedos en el ano o en la vagina de otra persona, hay que procurar tener cortas las uñas y/o usar guantes de látex. Si no hay que lavarse las manos después de insertar los dedos y, de ser posible, antes de seguir con otros juegos sexuales.
A pesar de todo lo que digan los desinformadores profesionales, los condones sí evitan la transmisión del VIH. Es importante saber usarlos y cuidarlos para que no se rompan durante la penetración. Usar condones que estén en buen estado, y evitar que se rompan, sacándoles el aire al ponerlos y usando un lubricante adecuado. Es necesario evitar los lubricantes que estén hechos con una base de aceite, como la vaselina, el aceite para embarrar niños, la crema para las manos, etcétera. Estos lubricantes pueden deteriorar el condón y provocar que se rompan durante el coito. Sobre todo si se trata de una pareja particularmente apasionada. En las farmacias pueden conseguirse lubricantes hechos con una base de agua, que se diluyen y se limpian muy fácilmente, además de que prolongan la efímera vida útil del condón.No compartas los juguetes sexuales (penes de plástico, vibradores) sin lavarlos cuidadosamente. De hecho es mejor protegerlos con uno o varios condones para evitar cualquier riesgo de transmisión. Y si lo usan diferentes personas - varias veces -, será necesario cambiar los condones o lavarlos, tantas veces como fue usado. El sexo protegido puede resultar sumamente divertido si se lo proponen. Es cosa de hacer las prueba, y de muchas prácticas, claro está. Si tienes dudas puedes contactar a alguno de los muchos grupos que ofrecen un servicio de orientación y quejas sobre prácticas de sexo protegido.Hablar de VIH con las parejasNo resulta fácil hablar sobre el virus. La situación se complica cuando la persona vive con VIH. Lo mismo sucede cuando se desea preguntarle a alguien si lo tiene. Son muchas las preguntas e inquietudes que surgen, todas ellas de primera importancia. Pero reglas de comportamiento, al respecto, no hay.En primer lugar, si una persona vive con el VIH, ¿Decir la verdad es siempre una obligación ? Las repuestas y las reacciones : ¿deben ser distintas con parejas casuales que con una posible pareja estable? ¿Cuándo es recomendable decirlo? ¿En qué momento de la relación hay que mencionarlo? ¿Antes, durante o después?Todas estas preguntas pueden ser muy útiles para que alguien esté preparado para contestarlas en el momento en que sea necesario. Pueden servir de modelos para imaginar posibles diálogos, para suponer qué podría decirse o contestarse en determinada circunstancia. Hay gente que prefiere seguir adelante con estrictas normas de sexo protegido, pero sin decir nada que denote que vive con el VIH. Hay otros que no tienen problemas en decirlo, o que incluso llegan a sentirse mal por no decirlo. Esto es: la decisión de cómo, cuándo y a quién se dice es por completo personal. Y una vez tomada la decisión, es conveniente estar preparado para todo tipo de reacciones: las habrá de apoyo y comprensión, pero también mucho cuidado, de rechazo y hostilidad.En conclusión, sin importar qué respuesta decida darse, hay dos cuestiones muy claras: La primera es que se tenga o no VIH, siempre deberá optarse por el sexo protegido. La segunda es que el VIH no exige la cancelación de la vida sexual. Exige cambios de actividades y de aprendizaje de nuevas prácticas sin riesgo...


www.vihpositivo.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

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