25 junio 2005

RELACCION DE LAS DROGAS Y LAS E. T. S.

Desde el comienzo de la epidemia de sida se ha señalado al uso de drogas inyectables como uno de los principales factores de riesgo para el contagio del HIV.
Ahora, una investigación del Centro Nacional de Referencia en Sida (CNRS), realizado en colaboración con organizaciones no gubernamentales dedicadas al estudio de las adicciones, revela que inhalar cocaína también aumenta el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual.
"Este es el primer estudio realizado en nuestra población que demuestra la existencia de infecciones múltiples en usuarios de cocaína inhalada -dijo a LA NACION la doctora Mercedes Weissenbacher, investigadora superior del Conicet y del CNRS-. En la Argentina, según nuestra investigación, una de cada cinco personas que inhalan cocaína está infectada con el HIV, el virus de la hepatitis B, el de la hepatitis C o el de la sífilis."
En lo que respecta al HIV, la tasa de infección entre los usuarios de cocaína en forma inhalable es mucho más alta que en la población general: 6,7% contra el 0,2%, respectivamente. "El uso de drogas no inyectables hace más vulnerables a las personas ante el virus del sida", agregó Weissenbacher. Y lo mismo puede decirse en relación con las demás enfermedades de transmisión sexual.
Según la más reciente encuesta de la Subsecretaría Nacional de Prevención del Uso Indebido de Drogas (Sedronar), el 1,2% de los argentinos y el 1,7% de los porteños consumen cocaína. Se estima que en el país hay 600.000 personas que usan drogas ilegales y que al menos 200.000 son consumidores frecuentes de una o más sustancias.
Pero lo interesante del estudio, del que participaron voluntariamente más de 500 usuarios de cocaína reclutados en la ciudad de Buenos Aires, es que no sólo muestra cuáles son las conductas de riesgo para el HIV asociadas a su consumo (como compartir el "canuto" para inhalar la droga o la práctica de sexo inseguro), sino también cuáles son los factores sociales que elevan aún más ese riesgo y conducen a la margi-nalidad: altas tasas de desempleo, elevados porcentajes de criminalidad y un acceso restringido a los tratamientos de rehabilitación.
"No sólo es la conducta del individuo la que aumenta su riesgo de contraer la infección por HIV, sino también su vulnerabilidad social", agregó la doctora Weissenbacher.
Conducta y contexto
Al igual que con las jeringas, compartir los dispositivos que se emplean para inhalar cocaína también supone un riesgo de contagio para el HIV y otros virus que se transmiten a través de la sangre.
"El uso compartido de canutos o pipas para inhalar clorhidrato de cocaína, crack o pasta base puede ser un vehículo para la transmisión del virus del sida, ya que las mucosas de la nariz pueden sangrar", explicó la licenciada Diana Rossi, investigadora de Intercambios, una de las organizaciones no gubernamentales que participaron del estudio.
Según la investigación realizada, el "canuto" (un pequeño tubo utilizado para inhalar la cocaína) había sido compartido por el 69% de los encuestados, en tanto la lata (recipiente donde se prepara la pasta base) era compartida por el 66% de los sujetos que la utilizaban.
Otra conducta de riesgo asociada al consumo de drogas inhalables es el sexo inseguro. "Bajo el efecto de las drogas, las relaciones sexuales presentan un riesgo mayor de contagio del HIV, fundamentalmente por el poco frecuente uso del preservativo -apuntó la doctora Weissenbacher-. Además, muchas personas ejercen la prostitución ocasional tanto para obtener droga como el dinero para comprarla."
Por otra parte, el alcohol fue reportado como la droga que con más asiduidad consumieron los encuestados: el 84,7% de los casos. "La legalidad de su consumo -dijeron las investigadoras- implica una mayor naturalización de su uso, y es relevante considerar que es la droga que los encuestados asociaron en mayor medida con efectos desinhibidores en las prácticas sexuales."
Pero como la especialista señaló un poco más arriba, no solamente las conductas del adicto son responsables de ponerlo más cerca del alcance del virus del sida. Hay una situación que deriva de su contexto que aumenta esa vulnerabilidad y los vuelve más débiles aún.
"Menos de la mitad de los encuestados tenía un empleo, sólo un tercio tenía algún apoyo económico de su familia y el 13% recibía algún subsidio, como los planes Jefes y Jefas", enumeró la especialista.
Un dato no menor, agregó, "es que un porcentaje altísimo (el 60) había estado detenido alguna vez en una comisaría, mientras que el 16% había estado en prisión. Entre este grupo, el 39% había sido por causas relacionadas con el comercio de drogas ilícitas".
Son tasas significativamente altas de criminalidad, sobre todo si se toma en cuenta que la edad promedio de los encuestados fue de 28 años.
Acceso restringido
Atrapados en su adicción, no son pocos los que piensan en escapar de sus garras. "Más del 80% de los encuestados dijo haber querido dejar la droga, pero sólo la mitad de ellos intentó alguna vez un tratamiento formal de reDesde el comienzo de la epidemia de sida se ha señalado al uso de drogas inyectables como uno de los principales factores de riesgo para el contagio del HIV.
Ahora, una investigación del Centro Nacional de Referencia en Sida (CNRS), realizado en colaboración con organizaciones no gubernamentales dedicadas al estudio de las adicciones, revela que inhalar cocaína también aumenta el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual.
"Este es el primer estudio realizado en nuestra población que demuestra la existencia de infecciones múltiples en usuarios de cocaína inhalada -dijo a LA NACION la doctora Mercedes Weissenbacher, investigadora superior del Conicet y del CNRS-. En la Argentina, según nuestra investigación, una de cada cinco personas que inhalan cocaína está infectada con el HIV, el virus de la hepatitis B, el de la hepatitis C o el de la sífilis."
En lo que respecta al HIV, la tasa de infección entre los usuarios de cocaína en forma inhalable es mucho más alta que en la población general: 6,7% contra el 0,2%, respectivamente. "El uso de drogas no inyectables hace más vulnerables a las personas ante el virus del sida", agregó Weissenbacher. Y lo mismo puede decirse en relación con las demás enfermedades de transmisión sexual.
Según la más reciente encuesta de la Subsecretaría Nacional de Prevención del Uso Indebido de Drogas (Sedronar), el 1,2% de los argentinos y el 1,7% de los porteños consumen cocaína. Se estima que en el país hay 600.000 personas que usan drogas ilegales y que al menos 200.000 son consumidores frecuentes de una o más sustancias.
Pero lo interesante del estudio, del que participaron voluntariamente más de 500 usuarios de cocaína reclutados en la ciudad de Buenos Aires, es que no sólo muestra cuáles son las conductas de riesgo para el HIV asociadas a su consumo (como compartir el "canuto" para inhalar la droga o la práctica de sexo inseguro), sino también cuáles son los factores sociales que elevan aún más ese riesgo y conducen a la margi-nalidad: altas tasas de desempleo, elevados porcentajes de criminalidad y un acceso restringido a los tratamientos de rehabilitación.
"No sólo es la conducta del individuo la que aumenta su riesgo de contraer la infección por HIV, sino también su vulnerabilidad social", agregó la doctora Weissenbacher.
Conducta y contexto
Al igual que con las jeringas, compartir los dispositivos que se emplean para inhalar cocaína también supone un riesgo de contagio para el HIV y otros virus que se transmiten a través de la sangre.
"El uso compartido de canutos o pipas para inhalar clorhidrato de cocaína, crack o pasta base puede ser un vehículo para la transmisión del virus del sida, ya que las mucosas de la nariz pueden sangrar", explicó la licenciada Diana Rossi, investigadora de Intercambios, una de las organizaciones no gubernamentales que participaron del estudio.
Según la investigación realizada, el "canuto" (un pequeño tubo utilizado para inhalar la cocaína) había sido compartido por el 69% de los encuestados, en tanto la lata (recipiente donde se prepara la pasta base) era compartida por el 66% de los sujetos que la utilizaban.
Otra conducta de riesgo asociada al consumo de drogas inhalables es el sexo inseguro. "Bajo el efecto de las drogas, las relaciones sexuales presentan un riesgo mayor de contagio del HIV, fundamentalmente por el poco frecuente uso del preservativo -apuntó la doctora Weissenbacher-. Además, muchas personas ejercen la prostitución ocasional tanto para obtener droga como el dinero para comprarla."
Por otra parte, el alcohol fue reportado como la droga que con más asiduidad consumieron los encuestados: el 84,7% de los casos. "La legalidad de su consumo -dijeron las investigadoras- implica una mayor naturalización de su uso, y es relevante considerar que es la droga que los encuestados asociaron en mayor medida con efectos desinhibidores en las prácticas sexuales."
Pero como la especialista señaló un poco más arriba, no solamente las conductas del adicto son responsables de ponerlo más cerca del alcance del virus del sida. Hay una situación que deriva de su contexto que aumenta esa vulnerabilidad y los vuelve más débiles aún.
"Menos de la mitad de los encuestados tenía un empleo, sólo un tercio tenía algún apoyo económico de su familia y el 13% recibía algún subsidio, como los planes Jefes y Jefas", enumeró la especialista.
Un dato no menor, agregó, "es que un porcentaje altísimo (el 60) había estado detenido alguna vez en una comisaría, mientras que el 16% había estado en prisión. Entre este grupo, el 39% había sido por causas relacionadas con el comercio de drogas ilícitas".
Son tasas significativamente altas de criminalidad, sobre todo si se toma en cuenta que la edad promedio de los encuestados fue de 28 años.
Acceso restringido
Atrapados en su adicción, no son pocos los que piensan en escapar de sus garras. "Más del 80% de los encuestados dijo haber querido dejar la droga, pero sólo la mitad de ellos intentó alguna vez un tratamiento formal de rehabilitación -dijo la doctora Weissenbacher-. Eso puede estar hablando de que en la Argentina hay pocos lugares donde estas personas pueden recibir tratamiento."
"Eso habla de un acceso restringido a los tratamientos de rehabilitación, por falta de lugares apropiados -agregó la licenciada Rossi-. Y eso que el estudio fue realizado en Buenos Aires, que es donde hay más recursos; si lo hubiéramos hecho en el interior seguramente hubiéramos encontrado una diferencia aún mayor entre los que querían dejar la adicción y quienes lo habían intentado."
Desde el punto de vista del género, fue más frecuente que las parejas de las mujeres encuestadas usaran drogas (el 92%), pero en cambio no ocurría lo mismo a la inversa, donde el porcentaje era del 40. Según el estudio, las redes de consumidores formadas únicamente por varones eran más habituales que los grupos mixtos.
Para ambas especialistas, la investigación realizada señala la necesidad de dirigir los programas de prevención del contagio del HIV hacia los usuarios de drogas no inyectables, ya que constituyen una población con alto grado de vulnerabilidad que a menudo no ha sido tenida lo suficientemente en cuenta a la hora de analizar la propagación del virus del sida.
"Los programas deben orientarse a los usuarios de cocaína inhalada o fumada, alentando que no se compartan los elementos que se usan para consumir la droga, así como también buscando evitar que estas personas pasen al consumo de drogas inyec-tables -se puede leer en las conclusiones del estudio-. También se debe alentar el uso del preservativo, una recomendación que es válida para toda la población."
Por Sebastián A. RíosDe la Redacción de LA NACIONhttp://www.lanacion.com.ar/627476
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habilitación -dijo la doctora Weissenbacher-. Eso puede estar hablando de que en la Argentina hay pocos lugares donde estas personas pueden recibir tratamiento."
"Eso habla de un acceso restringido a los tratamientos de rehabilitación, por falta de lugares apropiados -agregó la licenciada Rossi-. Y eso que el estudio fue realizado en Buenos Aires, que es donde hay más recursos; si lo hubiéramos hecho en el interior seguramente hubiéramos encontrado una diferencia aún mayor entre los que querían dejar la adicción y quienes lo habían intentado."
Desde el punto de vista del género, fue más frecuente que las parejas de las mujeres encuestadas usaran drogas (el 92%), pero en cambio no ocurría lo mismo a la inversa, donde el porcentaje era del 40. Según el estudio, las redes de consumidores formadas únicamente por varones eran más habituales que los grupos mixtos.
Para ambas especialistas, la investigación realizada señala la necesidad de dirigir los programas de prevención del contagio del HIV hacia los usuarios de drogas no inyectables, ya que constituyen una población con alto grado de vulnerabilidad que a menudo no ha sido tenida lo suficientemente en cuenta a la hora de analizar la propagación del virus del sida.
"Los programas deben orientarse a los usuarios de cocaína inhalada o fumada, alentando que no se compartan los elementos que se usan para consumir la droga, así como también buscando evitar que estas personas pasen al consumo de drogas inyec-tables -se puede leer en las conclusiones del estudio-. También se debe alentar el uso del preservativo, una recomendación que es válida para toda la poblacion.

Recopilado de Hepatitis c 2000

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